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Inteligencia artificial: las nuevas leyes y alertas que se vienen a nivel mundial

Surgieron proyectos y normativas sobre los derechos de autor y la inteligencia artificial en el mundo. Europa busca que el origen de los datos de entrenamiento de la IA sean publicados.

Las discusiones en el ámbito jurídico sobre cómo se articulan los derechos de autor y los desarrollos de inteligencia artificial (IA) están en plena efervescencia y ya hay algunas definiciones concretas.

En EuropaEstados Unidos China están surgiendo normativas que exigen a los desarrolladores que hagan transparente la información sobre las fuentes que utilizan para alimentar los sistemas de IA, que eviten información falsa, o que pidan consentimientos a terceros en algunas circunstancias.

La presión es fuerte por las múltiples huelgas y demandas de autores, guionistas, escritores, músicos, dibujantes y otros creativos en todo el mundo, que dicen verse perjudicados por los nuevos desarrollos tecnológicos. Las controversias ocurren sobre todo en relación a la inteligencia artificial generativa, es decir, aquella capaz de generar textos, imágenes, canciones u otros productos en respuesta a comandos específicos.

Este tema se abordó en la “Segunda Jornada de la Red de Propiedad Intelectual (PI)”, una red que depende de la Dirección Nacional de la Propiedad Industrial (DNPI) del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM).

El evento, que se realizó en formato virtual, fue presentado por Santiago Martínez, director Técnico de la DNPI, y moderado por Virginia Cervieri, socia del estudio Cervieri Monsuárez, con participación de otros abogados especializados en la temática de varios países.

Cuando se crearon las leyes de derecho de autor, la inteligencia artificial no existía. Ahora se requiere revisión y actualización normativa, y los gobiernos están abocados al tema. Así lo destacó Martínez, en una realidad mundial que también toca a Uruguay.

Hay pocos avances en cuanto a nuevas leyes, dado que el mundo jurídico considera conveniente atender más la evolución de la innovación tecnológica, antes de lanzarse con cambios normativos necesarios pero que pueden terminar resultando prematuros.

En ese marco, ciertas definiciones en regiones o países han prosperado en el último año, basadas en casos que están dibujando un nuevo mapa normativo. Es probable que se emulen en otros lados.

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El proyecto de ley de Inteligencia Artificial europeo, que ha avanzado bastante (se espera su definición a fines de este año), establece en uno de sus artículos la exigencia de que el origen de los datos de entrenamiento de la inteligencia artificial sean publicados.

“De esta manera los creadores podrán enterarse si se usaron sus obras en el entrenamiento de la IA”, dijo Matías Rodríguez, asesor técnico jurídico del directorio de Antel, ponente en el evento.

El abogado se refiere a que, cuando, por ejemplo, se crea una canción o pintura con un sistema de inteligencia artificial, el cual fue alimentado con una base de datos con obras de terceros, generalmente esos creadores (humanos) no están en conocimiento de ello y menos aún lo autorizaron, lo que genera controversias.

También han surgido otros cuestionamientos: ¿los desarrolladores de las aplicaciones de inteligencia artificial son los autores de la nueva pieza que surge de la aplicación, o quién lo es? ¿Hay realmente “creación” (originalidad) en esos casos? ¿Qué sucede con los creadores que alimentaron con sus obras el sistema de inteligencia artificial sin saberlo y que no cobran nada por ello? ¿A dónde debería ir el beneficio económico, como regalías y otros ingresos, de la nueva obra que genera la IA?

Por supuesto que el debate sigue en pie, mientras la Unión Europea da este primer paso de definir una nueva exigencia para los desarrolladores de hacer transparente la información sobre las obras de terceros que utilizan para alimentar sus aplicaciones.

Otra novedad de este año es que China dictó una resolución sobre regulación de “algoritmos de síntesis profunda” (las máquinas se inspiran en el cerebro humano), que exige que todos los datos de entrenamiento de la inteligencia artificial tengan origen legítimo. “Eso es con la finalidad de evitar los fake o información falsa”, afirmó Rodríguez.

Dicha resolución también exige el consentimiento de los titulares de las fuentes que se utilizan y que se les notifique determinada información. El abogado agregó que, en agosto, China aprobó una norma sobre Servicio de Inteligencia Artificial Generativa -“la primera del mundo”, dijo- que exige explicitar las fuentes legítimas de datos de entrenamiento, consentimiento, e información de la obra generativa (la que surge de la inteligencia artificial) mediante marcas de agua (metadatos embebidos que no pueden quitarse). Se incluye la exigencia de una advertencia clara a todo usuario de no violar el copyright.

En Estados Unidos, el presidente Joe Biden firmó el pasado 29 de octubre una orden con dos previsiones sobre copyright e inteligencia generativa. “Es demasiado temprano para saber adónde llegará ese asunto”, agregó Rodríguez.

Pero, como una cosa son las leyes y otra las realidades, los expositores coincidieron en que la solución de los problemas de IA y derechos de autor no pasa solamente por nuevas leyes, sino por las negociaciones entre las partes, básicamente entre los autores amparados en el derecho (tradicional) y los desarrolladores de tecnología. Hoy son dos mundos con claros intereses encontrados.

Lobby en defensa de actividades económicas

La pugna entre los titulares de derecho tradicionales (escritores, guionistas, pintores, etcétera) y los desarrolladores de Inteligencia Artificial, tiene aristas económicas que van más allá de los cobros -o no cobros- de los derechos de autor y de pérdidas de puestos de trabajo por aplicaciones de inteligencia artificial que cumplen funciones humanas. También está el tema de las inversiones en el sector tecnológico.

Al respecto, los ponentes advirtieron que existe una gran apuesta de capital de riesgo en el sector de la IA en el mundo, pero advirtieron que, en términos generales, aún no es rentable. La inyección continua en la industria se fundamenta en una perspectiva a largo plazo.

Desarrolladores de inteligencia artificial, que están desplegando un intenso lobby en defensa de sus actividades económicas, sostienen, siguiendo a sus asesores, que el concepto de “ser humano como titular de derecho de autor” debe ser más laxo. Además, entienden que debería considerarse más la inversión financiera que realiza el desarrollador en la ecuación.

Diego Chijane, socio de Chikato IP, habló sobre el “nuevo pacto social” entre la inteligencia artificial y los derechos de autor. A su entender, la pugna entre los desarrolladores de la IA y los titulares de derecho de autor que ven que sus obras sirven para alimentar las nuevas aplicaciones, es pasibles de ser solucionada mediante acuerdos en cada caso, sin irse a los extremos, y generando un sistema legal que “beneficie a la sociedad por encima de los intereses de las partes”, afirmó.

Artículo publicado en El País el 03.11.2023